La teoría de Piaget plantea que el niño nace como procesador
de información, es activo y exploratorio por lo que construye “su conocimiento”
a partir de la experiencia o la instrucción. El niño tiene un papel
preponderante en su desarrollo cognoscitivo, es buscador de conocimiento por lo
que desarrolla teorías propias sobre el mundo que le rodea; realiza
experimentos continuos de pensamiento y acción, “juega con su conocimiento en
desarrollo, realizando actividades espontáneas que extienden y refinan el conocimiento
en desarrollo, discute consigo mismo por medio del diálogo interno... cuestiona
la veracidad y aplicabilidad de sus teorías, experimenta con el pensamiento,
cuestionando sus suposiciones, proporcionando contraejemplos de sus reglas y
razonando con base en cualquier conocimiento propio aun cuando éste sea
incompleto o su lógica sea errónea.
El niño
utiliza las estructuras cognoscitivas y estrategias de procesamiento
disponibles para seleccionar del ambiente lo que le es significativo; lo
representa y transforma, es decir, lo acomoda e interpreta. Entonces, el
aprendizaje se fundamenta en las acciones físicas, por lo que se dice que al
inicio, generalmente, se
“aprende
haciendo”. Piaget identifica la motivación interna en la adquisición de
conceptos y habilidades, en las operaciones cognoscitivas que conlleva el
pensamiento y la solución de problemas. El pensamiento del niño, diferente del
adulto, se desarrolla progresivamente con la maduración, realizando cambios
constantes en las modalidades de pensamiento hasta la transformación al
pensamiento adulto que se caracteriza por cierto equilibrio.
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